Historias Fantásticas del Caquetá

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El Caquetá posee una gran variedad de actividades a realizar, sitios a visitar, gastronomía exquisita a probar, historia a conocer, y biodiversidad turística que recorrer. La historia Caquetense, historia que envuelve, que cautiva, que ha atrapado a más de un turista. Esta historia envuelve variedad étnica, religiosa, costumbres, tradiciones, formas de vida y riqueza naturales. Y dentro esta historia del Caquetá, nos encontramos con sus mitos y leyendas, historias magníficas, interesantes, curiosas, mágicas y místicas para que el turista conozca más a fondo nuestra historia.

En nuestra extensa lista de criaturas míticas y leyendas mágicas encontramos:

El duende

Dícese de un ser descrito como un niño muy pequeño que lleva consigo un sombrero gigantesco. Persigue a niños y niñas de admirable presencia, especialmente aquellos de cabello rubio. Su estilo de conquista son los regalos y los juguetes que les ofrece para atraerlos y finalmente hurtárselos a sus padres.

"El duende" los lleva luego a la selva; si son buscados y encontrados, han de ser bañados con agua bendita por que los niños llevados por "el duende" se vuelven salvajes. La manera de prevenir la acción "del duende" al advertir su presencia es recortarle el cabello a la persona perseguida, pues solo lo mira quien es escogido para ser raptado.

El tunjo de oro

Cuentan los abuelos que se trataba de una oportunidad de buena o mala suerte. Se trataba de un niño recién nacido del que se escuchaba su llanto. La persona que lo oía estaba sola y en el lugar apropiado para dejarse escuchar en las riveras de los ríos.

Si la persona perseguida era valiente, se dirigía al sitio de donde procedía el llanto, podía encontrarlo y debía entonces partirle el dedo meñique de un solo intento. Si lo lograba quedaba a su disposición un cascaron lleno de oro. De no acertar al quebrar el dedo, la persona que lo intentara recibiría una tremenda paliza.

El pollo malo

Cuenta la leyenda, que el Pollo Maligno o Pollo Malo, es un espíritu maligno que pía por los campos a altas horas de la noche y en especial, cuando se reúnen personas para jugar cartas, contar chistes, tomar licor u otro acto ofensivo. Aquella persona que remede o se burle del Piar de este ser maligno, será atacado en breve, por él. Se dice que cuando se escucha su canto a lo lejos, es porque en si está muy cerca, pero, si se escucha cerca, el espíritu de este malévolo ser está muy lejos. Por otro lado, dicen que cuando uno va por un camino y se le escucha cantar por de frente, es mejor no continuar aquel camino, ya que está más que visto, que por ese camino le espera problemas o momentos muy desagradables.

los años 1930 en el caserío Venecia y a orillas del río Orteguaza había una cueva conocida como Los Alares, que servía como habitación a María La boa María Jova

Por Jova, una inmensa boa. Nadie la había visto nunca, pero decían que medía varios metros y que cuando se decidía a atacar, volteaba canoas y se hundía con ellas en un mortal abrazo.

Un buen día, un reconocido residente del lugar llamado Jorge Hermida recibió un mensaje en el que se le notificaba la visita de unos importantes parientes suyos. La noticia fue todo un acontecimiento en aquel caserío donde nunca sucedía nada. Para recoger a sus familiares, Jorge Hermida debía atravesar el río para alcanzar el puerto a donde llegaban las canoas, cruzando por Los Alares. Embarcado y aproximándose a su destino, él y el boga notaron con terror que las olas empezaron a subir mientras el agua entraba en la embarcación. Encomendándose a la Virgen de los Milagros y agarrados de las raíces de la orilla, salvaron la vida. “Esta vez, sólo quería jugar”, pensaron.

Desde entonces, los demás pobladores le atribuyeron a Jorge Hermida una especial protección de la Virgen de los Milagros, y hasta poderes otorgados por aquella boa. La cueva fue dinamitada por los militares cuando terminó la Guerra colombo-peruana de 1932-1933.

La doncella de El Encanto

Como “El Encanto” fue bautizado el puente construido sobre el río Hacha, para permitir el paso de los habitantes de la capital del Caquetá hacia el resto de la población ubicada al sur del departamento. Este paraje de encanto sin igual ofrecía un aire de tranquilidad y frescura. Las cristalinas aguas del río formaban en la parte superior un remanso junto a una grande y hermosa peña.

En los atardeceres solía aparecer una hermosa doncella. Se mostraba entristecida, sentada junto a la raíz de un árbol seco cercano a la orilla del río. Era tan encantadora que, al contemplar su belleza, transcurría el tiempo sin advertirse. Todo era un verdadero encanto. Los conductores de buses y camiones siempre fueron los más débiles y no controlaban sus deseos de aproximarse. Cuando esto ocurría, ella solicitaba que le dieran la oportunidad de dar un paseo en el carro. Por unos minutos sonreía sin pronunciar palabra, pero al menor descuido se transformaba en esqueleto. El susto privaba al conductor, provocando accidentes.

La madremonte

La madremonte es considerada como una muy esbelta mujer, ama y guardiana de la selva. Su misión es impedir el atropello del hombre contra la fauna, y por esta razón su presa predilecta fueron siempre los cazadores. En las horas de la tarde cuando el sol declina y el cantico de las aves deja de escucharse, sale airosa a cuidar el monte. Cuando sorprende a los cazadores, en forma sigilosa y coqueta se aproxima a ellos y los conduce a la espesura del monte donde los hace marear hasta desmayar el cual despiertan después de unas horas haciéndoles creer que era solo una alucinación. Su traje es de hojarasca y al solo mirarlo, encanta y hechiza.​

La mula del diablo

Vista por muchas personas que andaban de noche. Dicen que la mula del diablo va bien aparejada, que le suena el freno y los arneses y que sus patas al rozar con las piedras producen grandes chispas. Era creencia general que estas mulas eran mujeres que habían pecado con sacerdotes y en tiempo de semana santa se enfermaban. Además, se hablaba que no se podía hacer arepas pues en ellas quedaba marcado el rastro de una mula.

La muñeca roja

Muy cerca de los riachuelos en parajes acogedores y de buen sombrío a los que acuden los niños a jugar, se oculta una muñeca roja que, con fuerzas sobre naturales y transportada por el viento, está siempre dispuesta a vigilar y asustar a quienes pretender hacer daño a la naturaleza.

La Patasola

La Patasola o Pata sola se trataba de una joven mal humorada y de malos sentimientos. Un día, llevaba a su pequeña hermana de la mano, tirándola y haciéndola tropezar con cuanto encontraba a su paso. Al cruzar un río, pisó una piedra lisa, cayó sobre su hacha y se cortó totalmente el pie. Con furia se levantó y acabó con la vida de su hermanita, a la que acusó de culpable.

Su espíritu habita entre la maraña espesa de la selva virgen, en las cumbres de la llanura. Con la única pata que tiene avanza con rapidez asombrosa. Es el endriago más temido por colonos, mineros, cazadores, caminantes, agricultores y leñadores. Algunos aventureros dicen que se presenta como una mujer bellísima que los llama y los atrae para enamorarlos, pero avanza hacía la oscuridad del bosque a donde los va conduciendo con sus miradas lascivas, hasta transformarse en una mujer horrible con ojos de fuego, boca desproporcionada de donde asoman unos dientes de felino y una cabellera corta y despeinada que cae sobre el rostro para ocultar su fealdad.

La leyenda de la diosa del chaira

La leyenda de la diosa del chaira tiene ocurrencia en época no determinada en el seno de una tribu que a hábito las riberas del rio Caguán, afluente del yapura hoy rio Caquetá.

Cuenta la tradición que la región estaba habitada por la familia tribal del octogenario “piranga” y había sido maldecida por su dios. Como “piranga”, estaba muy viejo, debía entregar el trono de su hijo mayor para lo cual su hijo inicio el ceremonial con dos propósitos: el de abdicar y el celebrar el supremo rito del perdón.

Como era costumbre, había de sacrificarse la mejor de las mujeres para implorarse el perdón de dios. El gran cacique se inclinó reverente sobre la fogata chispeante, atizonada de leñas de doncello y palos de rosas. Apuro con afán el ritual brebaje de Yajé. El resto de la tribu acurrucada en impresionante coro entonaba el Zuúu, cantico escuchado solamente en esta ceremonia.

El paya o brujo personificaba en esta ceremonia a “Yarupayí” el dios malo y llevaba en sus brazos a la hija menor del cacique quien por ser doncella tenía que ser sacrificada para que “Usianamú” el supremo dios de los huitotos, le otorgara el perdón a su padre y colgara de bendiciones al sucesor.

La quinceañera Tayarú, hija adorada del cacique se encontraba ataviada por el largo viaje que emprendería, pues su espíritu estaba destinado a servir de esclavo del “Chaira” hijo de “Usianamú”.

Lentamente el brujo la acomodo en la hoguera; un grito de espanto y de dolor quiso escaparse cuando el cuerpo de Tayarú se esfumo dejando una estela de luz.

En un lugar distante en los empinados senos de la macarena “Ariarí” hermano menor de Chairá, viajo a escoger el lugar de reinado y dominio de su hermano, en ese lugar vio una mañana, con sorpresa, que de la superficie liquida del lago emergía un cuerpo de mujer que iba retocando las ramas de los arboles con delicadas y otras parasitas florecidas, aromatzando misteriosamente la laguna.

En la laguna Chairá ejercía el nuevo cacique su adoración al dios supremo” el Chairá” debía despojarse antes de terminar la tercera luna al concluir el invierno, todo estaba listo para la gran boda.

El sequito divino hace su aparición y ocupa los respectivos tronos.”Usianamú” dios supremo inicia la ceremonia y cundo el Chairá se levanta del trono nupcial para recibir a su esposa, vuelve a aparecer la silueta de la mujer surgiendo lentamente de las aguas, era la misma que en las mañanas anteriores había decorado el paraje.

Tayarú Tayarú… Grito el Chairá y abandono definitivamente el trono. Ésta actitud, le costó la condena de vivir eternamente en la laguna. Nadie jamás volvió a ver a chairá; mientras que a Tayarú, la hija de piranga, la han visto agitar las aguas y cantar el tu-uuu que entonara su día del sacrificio.

Mijina, la Diosa Andaquí

Existía dios taita, padre y diosa Luna, conocida como la magnífica, ellos en espiritual y mutua relación trajeron a esta relación un vástago femenino con características superiores, cuyo nombre simboliza “Tierra”. Ella nació de la luz de una estrella a la virginal protección y compañía del sol y tomó como nombre Mijina, “Diosa Andaquí”.

El relato sostiene que el suelo o territorio Andaquí, estaba en silencio y sin vida. Este hecho crea la inminente necesidad de dialogar con los seres superiores, “Espíritus Salvadores”, para que ellos enviaran fuerzas sobrenaturales y ayudaran a solucionar el fenómeno terrenal.

Asajué, dios supremo conocido como Taita Padre quien envió al cacique duro, con dimensión de Arcángel para traer a una familia tribal: los Andaquí, donde anunciaban el advenimiento a este mundo de una hija suya, dotada de divinidad, capaz de fertilizar y enriquecer el suelo que pisaba. Ella, de nombre Mijina, debía ser dechado de perfección, delicada y fina, de espléndida hermosura, con particular habilidad, destreza y maestría en todos sus aspectos, como correspondía a una diosa.

Mijina tenía un hermano, a quien su padre le concedió poderes sobrenaturales especiales: era curandero, dominaba las serpientes y eliminaba el efecto del mortífero veneno; orientaba y dominaba las corrientes de los vientos y como consecuencia, las aguas de la región Anda química​ eran manejadas por él. La familia de Mínima fue invencible, nadie los rindió; constituyó la raza más aguerrida y dominante que existió la pradera de las doñas

La Laguna Guaycabá

Los Coreguajes vivían en las riveras de los ríos de la región. Para esa época habitaban también otras tribus que no miraban con buenos ojos a las comunidades Coreguajes. El cacique Guaycabá vivía muy celoso de que sus hermanos de sangre se reunieran con las otras tribus.

Jurewati, hija de Guaycabá, solía salir a recoger maní y uvas silvestres con otra amiga. Una tarde en la cual Jurewati y su amiga recogían uvas, paso un guerrero de otra tribu vecina llamado Juereño, quien fijó su mirada en la princesa y la saludó inclinando su cabeza y agachando la cerbatana. Jurewati contestó con una sonrisa al saludo del aborigen vecino. A partir de ese día, todos los días se veían en el mismo sitio, e intercambiaban saludo y sonrisa.

Luego de varios días, Juereño se presentó a pedir la mano de la princesa. El cacique Guaycabá se enfureció y ordenó amarrar al joven en un hormiguero, en donde murió a causa del dolor y la picazón. La princesa Jurewati murió de pena moral al lado del cuerpo de su amado. Al recibir la noticia, Guaycabá se arrepintió e hizo las paces con las tribus vecinas y enterraron los dos cadáveres de los amados en un mismo sitio.

Cuentan que Guaycabá se sentó al lado de la tumba y lloró tanto, que se formó con sus lágrimas la laguna que hoy lleva su nombre. Dicen que, en las noches de luna llena, ven a Guaycabá llorar al lado de la laguna y que, para esa época, el agua de la laguna sabe a lágrimas.

Fuente: https://es.wikipedia.org